El lenguaje es el arma de cualquier freestyler. Pero las figuras retóricas son las balas que consiguen dar el golpe de gracia definitivo. Ayudan a dar ritmo a la improvisación, a decir cosas con un doble significado, a agilizar las rimas, a mejorar la musicalidad y, por supuesto, a crear potentes respuestas y punchlines con los que derrotar al contrario.
En este artículo, repasamos algunos de los recursos estilísticos más habituales en las batallas improvisadas, aunque no son los únicos.
Los dobles sentidos
Una de las formas más habituales de dar un buen golpe al rival es usar la polisemia, es decir, aprovechar que una misma palabra puede significar varias cosas diferentes. Los mejores freestylers son conscientes de todos los sentidos que puede tener un mismo término y ajustan sus rimas para que una línea tenga dos interpretaciones posibles.
Plata puede ser un metal, pero también dinero. Lengua se refiere a un idioma y al órgano muscular que tenemos en la boca. Ratón es tanto un animal como el dispositivo de la computadora. Las tres son palabras polisémicas que pueden dar mucho juego en las improvisaciones y permiten crear impactantes dobles sentidos.
Otro recurso lingüístico muy útil para crear este mismo efecto es emplear dos palabras que, aunque suenan igual, no tienen nada que ver. Es el caso, por ejemplo, de vino (la bebida) y vino (del verbo venir). O de tubo (una pieza con forma de cilindro) y tuvo (del verbo tener). Son palabras que suenan exactamente igual, aunque ni siquiera se escriben de la misma manera. En el free, donde no se tiene en cuenta la escritura, únicamente los sonidos, se pueden conseguir juegos de palabras muy llamativos.
Aunque me hagas temblar, no van a dar réplica.
Las metáforas y las comparaciones
Construir una metáfora puede ser todo un reto, pero es una de las figuras retóricas más impresionantes sobre el escenario. Consiste en llamar a una cosa por el nombre de otra, fijando una asociación entre ellas que no se dice de forma clara.
Yo te traje líneas blancas que tu nariz no va a alcanzar a inhalarlas.
Las comparaciones son algo más sencillas, pero también otorgan mucha fuerza a un punchline, como este de la batalla de Marithea contra Skiper.
Soy como el calentamiento global, querido amigo, por la sencilla razón de que estoy matando pingüinos.
La anáfora
Es uno de los recursos más utilizados para dar ritmo a la improvisación. Consiste en repetir una palabra (o varias) al principio de los versos. Es bastante sencilla y genera muchas expectativas sobre lo que vendrá después, pero es preferible no abusar de ella para que no dé la impresión de que no tenemos nada nuevo que decir.
Quiero que recuerden quién carajo tira arte. Quiero que recuerden quién carajo no es maleante.
El calambur y otros llamativos recursos
Sin duda, una de las formas de conseguir que el público se emocione es con un buen calambur. Crearlo no es fácil, pues hay que conseguir que, modificando la agrupación de varias sílabas, una misma línea tenga dos sentidos distintos. Pero, precisamente por su complejidad, es muy aplaudida en una batalla improvisada. Por poner un ejemplo, lo usó Mecha en su batalla contra Wolf en los cuartos de la Internacional de 2022:
Yo soy Rómulo y el lobo re-mulo.
No es la única figura que consigue levantar una ovación. La antítesis, por ejemplo, crea unos punchlines potentes al oponer dos palabras que significan lo contrario.
LLena todas las salas, pero con barras vacías.
También da mucho juego la paronomasia, que es relativamente sencilla de conseguir (con un poco de práctica). Consiste en utilizar en un mismo verso dos palabras o frases que se parecen mucho entre sí, que apenas se diferencian en una letra o un sonido.
Él un asesino en serie; yo un asesino en serio.
Otras figuras para agilizar las líneas
No todas las figuras literarias son útiles para crear un buen remate, pero sí pueden ayudarnos a mejorar el ritmo de la improvisación y a conseguir encajar bien todas las palabras que queremos incluir en una línea. Un ejemplo es el asíndeton, que consiste en eliminar las conjunciones para añadir más fuerza y dar sensación de velocidad.
Me pongo triste, me abrumo, me ataca la desidia.
Otra opción es la aliteración, en la que se repiten uno o varios sonidos, con lo que se consigue expresividad y sonoridad.
Mi estilo te hace girar la cabeza como matraca. Este bulto de caca queda enterrado allá en la Caracas, ¡ah!
De la teoría a la práctica
Estas son solo algunas de las opciones con las que podemos construir nuestras improvisaciones. El lenguaje es una herramienta muy rica y llena de recursos para crear rimas con las que emocionar al público y conseguir la victoria.
La mejor forma de aprender a utilizar estas y otras figuras en las improvisaciones es saber un poco de teoría y, por supuesto, estudiar cómo las usan los mejores. Escuchar a otros raperos o leer poesía son métodos fáciles para descubrir figuras que aportan fuerza y musicalidad a una rima.
Después de esto, solo queda una cosa por hacer para conseguir unas rimas que estén a la altura de las que emplean los mejores freestylers: practicar, practicar y practicar.
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