Cayú: “Mi propósito siempre fue ser parte de algo histórico”
Con voz propia y un legado forjado desde la plaza, Cayú se consolida como el actual anfitrión indiscutido del freestyle nacional. Esta es su historia en Red Bull Batalla Chile.
Por Martín Oyarce
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Red Bull Batalla Chile
Hay algo en la voz de Cayú que no solo presenta una batalla, la inicia. Y es que no solamente enciende al público y a los freestylers, sino que los invita a formar parte del rito.
Su energía, fuerza y simpatía puede levantar un show completo, pero también calmar las tensiones cuando la línea se cruza. Porque si algo ha aprendido Tomás Gutiérrez Álvarez (28) en esta década, es que ser host no es solo sostener un evento: es leer la atmósfera, anticipar lo que viene y darle forma a la experiencia.
Desde la plaza hasta los escenarios más masivos de Chile, su recorrido ha sido constante y largo. En estos diez años ha construido una trayectoria que cruza calle, disciplina, comunidad y proyección. Fue competidor, organizador, formador, y hoy por hoy es, sin duda, una de las voces más reconocibles del freestyle chileno.
Fundador de DEM Battles, ha animado cientos de eventos a lo largo del país y, actualmente, es el conductor oficial de Red Bull Batalla Chile.
Desde que comenzó a hostear en 2016, su ascenso ha sido sostenido y coherente. No hay escenario relevante del freestyle nacional que no haya pisado. Su debut como conductor de Red Bull Batalla Chile fue en 2019, acompañando al mítico Seo2. Desde entonces, ha estado presente en todas las ediciones nacionales y fue protagonista absoluto en 2024, cuando asumió por primera vez el rol de animador principal del evento más importante de la escena.
Este 6 de julio de 2025 repetirá esa responsabilidad en el Gimnasio Ester Roa de Concepción, consolidando su lugar como la voz de una generación. Y lo hará con la misma convicción que lo trajo hasta acá: demostrar que desde la plaza también se puede llegar al escenario.
"Es la competencia más importante a nivel internacional que hay. Es la madre de todas las batallas. Para mí Red Bull siempre ha sido un desafío”, confiesa a Red Bull Chile.
Pero Cayú no solo ha marcado presencia en lo local. También fue parte del equipo de conducción de la Final Internacional Red Bull Batalla 2021 realizada en Viña del Mar, donde compartió escenario con Queen Mary y Seo2.
A nivel global ha representado a Chile en eventos como God Level (En China y Argentina), FMS México, además de ser host internacional en dos jornadas de FMS Internacional 2021 en España. Su trabajo ha sido reconocido por su capacidad de adaptación, entrega escénica y, sobre todo, por representar fielmente el espíritu de la plaza en escenarios masivos.
Desde la plaza al escenario y del escenario a la plaza. Esa es la frase que me gustaría que quedara plasmada.
A veces basta una chispa en el momento más inesperado para encender una vocación. En el caso de Cayú, esa chispa apareció en 2013, cuando navegaba sin rumbo por internet junto a un amigo. En ese momento una publicidad en la página de Riot Games —la empresa detrás del videojuego League of Legends— les ofreció algo que no sabían que estaban buscando: la Final Internacional de Red Bull Batalla. “Ahí vimos la de Stigma vs Dtoke. Nos gustó mucho. Terminamos viendo todas las que existían en ese momento”, recuerda hoy.
La semilla estaba plantada. Pero el camino fue largo hasta que floreciera. Empezó a improvisar el 2010, pero fue recién en 2015 cuando se acercó directamente al circuito competitivo. Comenzó en las plazas, como tantos, midiéndose con quien se cruzara.
Incluso, hay registro de esos días en YouTube de una batalla en La Madriguera contra el actual bicampeón de Red Bull Batalla Chile, Pepe Grillo. La historia estaba en marcha, aunque ni él mismo lo supiera.
El freestyle, para Cayú, fue mucho más que un hobby o un talento oculto. Fue una manera de encontrar un lugar en el mundo. “Toda mi vida intenté encajar en algún lugar. Siempre quise ser parte de algo importante”, dice con franqueza. El parque, la plaza, la fuerza del freestyle callejero, le ofrecieron algo que nunca había sentido del todo: pertenencia.
No fue la fama lo que lo atrajo, ni la ilusión del escenario, ni la búsqueda de reconocimiento.
Lo que lo llevó a quedarse fue más íntimo, más visceral. “Sinceramente, entré a esto por llenar un vacío que tuve toda mi vida, no el querer figurar ni nada de eso”, confiesa.
Su primera motivación en torno a la disciplina no fue Red Bull, ni el hosteo. Fue competir. Soñaba con ser como Chuty o Aczino, ganando batallas en base a potentes punchlines.
Pero el destino tenía otro plan. En 2016, cuando aún lo dominaba la idea de ser MC, los hermanos Diego y Matías Núñez, más conocidos como Don Reapeador, les ofrecieron en tres ocasiones algo distinto: animar DEM Battles desde sus inicios. Y aunque al principio se mostró reacio, ese paso inesperado lo llevó a cambiar su rumbo para siempre.
“En esa época era más vieja escuela. Al principio, me lo tomé como una falta de respeto. Mi orgullo me hizo decir que no muchas veces”, confiesa. Sin embargo, tras dejar de lado su faceta como competidor, terminó aceptando el poderoso rol de hostear. Fue ahí donde comenzó todo, en la tercera edición de la DEM. Una prueba de fuego que lo enfrentó con todos sus miedos.
Venía directo desde su trabajo en un local de comida rápida. Llegó al parque justo cuando arrancaban los octavos. A esa altura, el círculo ya estaba formado: entre 50 y 60 personas rodeaban a los MCs, y él intentaba colarse entre hombros y mochilas con una frase que aún no tenía peso: “Soy el que anima el evento”.
Nadie lo conocía. Nadie le abría paso. Tardó cinco minutos en llegar al centro. Cuando por fin tomó el micrófono y gritó su primer “¿Cómo estamos, cabros?”, el silencio fue brutal. Nadie respondió.
Ahora estaba en el centro del círculo, con un micrófono que no lograba encender al público.
Como MC, conocía los formatos, pero al estar del otro lado, el desafío era nuevo: debía contar las entradas, guiar los tiempos, mantener el orden. En un principio no lo logró, pero recibió la ayuda de un amigo suyo que se encontraba ahí - y que rapeaba en el transporte público regularmente-, logrando mantener la calma y sacar adelante el hosteo.
Salió del evento frustrado. Si hoy tuviera que ponerse una nota, diría que fue un uno. En ese entonces, creyó que quizás alcanzaba para un tres o cuatro. Pero incluso entre el caos, hubo algo que lo sostuvo: el respaldo de los hermanos Núñez, que seguían confiando en él.
Los cabros vieron un talento en mí que ni yo mismo lo había visto, que era el levantar a la gente.
Cayú
Fue ahí donde todo comenzó: Tomó una decisión que definiría el resto de su carrera. Animó todas las batallas que pudo. Viernes, sábado y domingo. En vacaciones, todas las que salieran. A veces por una “cajetilla de cigarros y una frucola”, otras por cinco lucas.
Cada batalla era una clase de improvisación, de manejo de público, de lectura del ambiente. Aprendió a motivar, a calmar tensiones con una broma, a levantar una jornada con arengas.
“Yo no sabía lo que se me iba a venir en el futuro, yo no tenía ni idea lo que me iba a pasar”, dice en relación con los frutos que hoy cosecha tras años de esfuerzo.
Cayú no solo ha visto crecer el freestyle desde la plaza: lo ha guiado, organizado y animado en cada una de sus etapas. En casi una década de trayectoria, ha logrado construir un estilo que se distingue por su claridad, energía y capacidad de sostener el ambiente. Pero si algo tiene claro es que el rol del host no se limita a animar.
“Yo lo dividiría en tres áreas: la comunicacional, la arbitral y la barra brava”, explica. No se trata solo de anunciar formatos o encender al público; también es dirigir, contener y transmitir con responsabilidad. Ese equilibrio —entre emoción y control— es lo que define, a su juicio, a un buen animador.
A lo largo de los años, ha entendido que cada aspecto del hosteo requiere herramientas distintas. La voz no basta. Hay que saber explicar formatos complejos sin romper el ritmo de la batalla, identificar si un MC se está confundiendo y guiarlo sin interrumpir su flow. En paralelo, también hay que mantener la energía de cientos, a veces miles, de personas atentas y activas.
Su rol como "líder de la barra brava", como lo llama, es el que más lo conecta con su esencia. “Hacer a la gente partícipe de la batalla” no es solo una técnica: es una filosofía.
Parte de esa visión la construyó desde la plaza, donde todo es más visceral y directo. Allí aprendió que el host también es un narrador invisible, que acompaña la historia sin robar protagonismo. “Un hosteo perfecto puede hacer que una batalla sin tanta emoción parezca la mejor para el espectador”, afirma. Es esa conciencia la que ha convertido su presencia en sinónimo de entrega y profesionalismo
Además del vínculo con el público, Cayú le da una importancia central a la conexión con los MCs. Sabe que parte de su rol es lograr que ellos se sientan cómodos, que confíen en él, que puedan vaciarse sin distracciones ni tensiones externas. Por eso, observa, escucha y se adapta. “No es solo hacer que la gente grite, también es animar a los MCs para que saquen todo el jugo en la batalla”. Esa doble conexión —con la audiencia y con los freestylers— es lo que lo ha convertido en una figura clave en los escenarios.
Pero el estilo no se construyó de un día para otro. Desde su primera experiencia en 2016,
comenzó a estudiar referentes. Observó a figuras como Alejo (Ysy A), Muphasa y Misionero, anotando detalles de cercanía, ritmo y control. Después llegarían Mbaka y Seo2, claves en su transición hacia escenarios profesionales. A medida que su carrera crecía, también lo hacía su capacidad de análisis. Años después, al revisar su performance en Red Bull Batalla 2019 junto a Seo2, entendió que aún no estaba listo. “Yo me sentía preparado, pero no lo estaba. No hacía el trabajo como lo hago hoy en día”, reflexiona. Fue esa autocrítica la que lo empujó a madurar y perfeccionarse.
Hoy su preparación va más allá del estudio. Sabe que el cuerpo también debe estar al nivel.
Corriendo día por medio y caminando dos horas los restantes, ha desarrollado la resistencia necesaria para animar jornadas maratónicas. Para él, hostear es como correr una carrera larga: hay que moverse, saltar, hablar fuerte durante horas sin perder claridad ni energía.
También ha aprendido a gritar sin dañarse, desarrollando su propia técnica vocal para evitar la afonía y las jaquecas que lo acompañaban desde sus inicios. Su rutina física, lejos de ser un lujo, se volvió una herramienta de auto cuidado.
Pero incluso con preparación, no todo es controlable. En la batalla, las emociones están al filo, y Cayú lo sabe. Su experiencia como excompetidor lo ayuda a identificar cuándo la tensión se convierte en algo más. A veces basta una mirada o una expresión para advertir que se cruzó la línea. En esos momentos, extiende los brazos, interrumpe lo justo y mantiene la calma. “Ahí es donde nosotros ponemos el equilibrio: cuándo es parte del espectáculo y cuándo ya no”, explica. Su lectura del ambiente es rápida y precisa.
Lo vivió de forma cruda en una exhibición de la DEM, cuando dos freestylers llevaron sus rimas personales más allá del verso. Cuando las palabras tocaron verdades incómodas, los golpes llegaron. “Ahí yo me sentí súper tenso”, recuerda. A pesar del caos, logró actuar.
Separó a los MCs con ayuda de los presentes, reunió al público y dio un mensaje claro: “esto no puede seguir así”. A los pocos minutos, el ambiente volvió a su cauce. El evento no se quebró. Y ese fue su triunfo como conductor.
Lo que parecía una catástrofe, se transformó en una muestra de temple. “Nuestro rol es transmitir tranquilidad a la gente”, insiste. En ese momento, su trabajo no fue solo animar: fue sostener. Como si el micrófono se transformara en un timón, supo dirigir el barco entre la tormenta. Porque si algo ha aprendido en todos estos años, es que el buen host no solo sube la voz en los mejores momentos: también sabe bajarla cuando la escena lo necesita
La primera vez que dijo “¡Bienvenidos a Red Bull Batalla!”, Cayú temblaba. Era 2019 y el escenario del Chimkowe lo recibía como parte del equipo de animación junto al mítico Seo2.
Había llegado hasta ahí tras años de recorrido, pero el vértigo era nuevo. Tomó el micrófono con la voz cargada de ansiedad y emoción, y lanzó el grito desde el alma. Fue un estallido más visceral que técnico, más catártico que medido. “Lo logré conchetumadre”, pensó. No era solo una frase ceremonial: era el cierre de un ciclo y la apertura de uno mayor.
Durante los años siguientes, Cayú se mantuvo como figura constante en la versión chilena de Red Bull Batalla, acompañando desde un rol compartido. Pero fue recién en 2024 cuando el desafío alcanzó su punto más alto. Por primera vez, asumiría en solitario la conducción de la Final Nacional. Una responsabilidad esperada durante siete años. La presión era real.
No se trataba solo de hacerlo bien: debía honrar un largo camino, marcado por la constancia y el oficio. Ese día, cuando gritó otra vez la frase inicial del evento, ya no fue con nervios: fue con dominio. Y cuando nombró a DJ Atenea para que diera el pulso con sus beats en la final entre El Menor y Teorema, supo que ese momento lo marcaría para siempre
Ese año, más que nunca, entendió lo que significaba ocupar el rol que había pertenecido a una figura emblemática. Ser el sucesor de Seo2 no era reemplazarlo, sino continuar una historia desde otro lenguaje. Y aunque nunca buscó “quitarle el puesto a nadie”, como él mismo dice, sí aspiró con respeto a ser parte de ese legado.
A estas alturas, Cayú no solo anima la competencia más importante del país: la representa.
Ha sido testigo y protagonista de su evolución. Desde que fue jurado en 2018 hasta hoy, ha visto cómo Red Bull Batalla recuperó su sitial indiscutido dentro del circuito. Hubo un momento entre 2012 y 2017 donde el surgimiento de nuevas competencias hizo que perdiera algo de notoriedad frente a las generaciones emergentes.
Pero tras la pandemia, todo cambió. A partir de 2020, dice el conductor, nuestra marca supo reconectar con los nuevos freestylers, reafirmando su lugar como la competencia más importante de habla hispana. Y esa energía se sintió con fuerza en la edición 2024.
Dentro de todo lo que significa conducir Red Bull Batalla, lo más emocionante para Cayú sigue siendo ver a los nuevos talentos llegar al escenario. Aquellos con los que compartió plaza y vio partir desde cero. Verlos hoy coronarse campeones, clasificar a finales, ser ovacionados por miles, es una experiencia que lo conmueve profundamente. “De eso se trata el freestyle”, dice. De que todo pueda pasar, de que nada esté dicho, de que no siempre gane la probabilidad.
Por eso su compromiso con este año es absoluto. El 6 de julio de 2025, en el GimnasioEster Roa de Concepción, volverá a pararse frente a miles con una misión clara: superar lo que hizo en 2024. Ya no es debutante, ya no tiembla con el micrófono. Pero tampoco se relaja. Sabe que el listón está alto, que no basta con repetir la fórmula, que la escena se transforma año a año. Ha estudiado su propia performance, entrenado cuerpo y voz, ensayado frente al espejo. Va con más experiencia, pero también con más hambre
En su propia lectura, Red Bull Batalla es más que un torneo: es el Mundial del freestyle. El evento que lo inspiró a empezar, la plataforma que lo impulsó a profesionalizarse, el lugar donde confluyen pasión, talento y narrativa.
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¿Qué es lo más emocionante de estas finales?
Cayú:Es la competencia más importante a nivel internacional que hay. Es la madre de todas lasbatallas. Para mí Red Bull siempre ha sido un desafío. Es un desafío estar ahí comoanimador. Me emociona mucho estar otro año más.
¿Qué representa para ti formar parte de los 20 años de Red Bull?
Cayú:Yo llevo siete y es todo un honor. Me siento pagado con eso. Que mi nombre ya salga en labiografía de la página de Red Bull es súper bacán. Siempre mi propósito fue ser parte dealgo histórico y con que esté mi nombre ahí ya me siento muy contento.
¿Qué le dirías al Cayú de 2015, que comenzó batallando y que hoy es la cara delhosteo en Red Bull?
Cayú:Tenía muy poca autoestima, muy poca fe en mí en ese entonces. De repente pensaba enque las cosas positivas que me decían eran por lástima, a ese toque. Yo creo que si meacercara al Cayú de esa época sería como ‘ya, hermano. Dale.
¿Creería todo lo que has logrado en diez años?
Cayú:Ni cagando me creería nada. No se lo creería a nadie, ni a mí mismo. Me conozco de esaépoca. De hecho hay veces que miro para atrás y ni yo mismo me creo la hueá, te lo juroque no, hermano.
¿Y tienes algún sueño tras todo este camino recorrido?
Cayú:El único sueño que me falta es hostear la Internacional de Red Bull Batalla, porque todoslos demás, gracias a Dios, los he cumplido. También que la DEM sea la academia de MC´sen plazas, que no pierda su esencia. Que esta disciplina sea una vía de escape frente acosas malas y que todos puedan cumplir sus metas gracias a ella. Que el freestyle los salvea todos como me salvó a mí.