Monserrate, hitos del cerro
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Monserrate, una montaña de secreto

Hablamos del legendario sendero en el cual se desarrolla la carrera de Downhill Urbano más larga del mundo. Red Bull Monserrate Cerro Abajo guarda grandes historias.
Por Joseph Casañas, especial Red Bull Colombia
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La noche del ruido

Fuego, azufre, caos, un volcán. Tenemos que hablar de los tiempos del ruido. El episodio tuvo lugar en la Bogotá de 1687. El 9 de marzo, para ser más exactos. Ese día, cuentan los que cuentos cuentan, un ruido del demonio se extendió por Bogotá durante al menos 15 minutos. ¿Fue aquello la materialización del apocalipsis?
“Los unos huyeron con rumbo hacia los cerros. Los demás bajaron a San Victorino (…) hasta ir a dar, en busca de resguardo, a la plaza de Las Yerbas. Pero nadie pudo escapar”, cuenta el escritor Andrés Ospina, en su cuento “La noche del ruido”.
“Muchos habitantes salieron desnudos o en ropas ligeras y corrieron sin dirección. Otros no encontraron más recurso que forzar las entradas de las iglesias y encomendarse a los santos de su devoción. Creían genuinamente en el arribo del Juicio Final”, contó el profesor de la Universidad Nacional, Gregorio Portilla. Lo contó en un artículo en el que reseñó a los cronistas de la época: Juan Ribero y Joseph Cassani inmortalizaron el suceso en páginas de periódicos que hoy lucen lejanos. Periódicos de los tiempos del ruido.

Teorías y leyendas de Monserrate

¿Qué generó aquel ruido? Desde entonces se han explorado respuestas de todo tipo. Algunas apegadas a la ciencia, como aquella que recogió el diario El Tiempo. Según esta, aquello fue un fenómeno natural causado por la entrada a la Tierra de una roca del espacio exterior. Un pequeño meteoroide habría ingresado a la atmósfera y se habría fragmentado en pequeños bólidos incandescentes.
En este sentido, se lee en Capital, el profesor Portilla apunta a que pudo tratarse de un pequeño asteroide que generó importantes “ondas de choque”. Que, además, se justifica porque cada año hay entre 10 y 40 explosiones de este tipo con una “energía equivalente a una bomba atómica”. En algunos casos causan olor a azufre. No tienen necesidad de dejar rastros físicos en la tierra, ya que muchos “meteoroides se consumen en la atmósfera”.
Hay una leyenda urbana, tal vez una de las más maravillosas e increíbles. Esta apuntó a decir que el ruido lo generó un dragón que dormitaba en el cerro de Monserrate. Un dragón gigante y poderoso que se despertó para alertar que esa montaña iba a hacer erupción.
El olor a azufre que se dispersó por la ciudad, dice esa leyenda, correspondía al aliento ígneo y pesado que se desprendía de las fauces del dragón del cerro.
Jamás se encontraron (ni se encontrarán) vestigios del botafuego. Tampoco hay evidencia científica de que Monserrate sea un volcán dormido. Ambas cosas y más forman parte de una larga lista de historias fantásticas que se ciernen en torno a esa montaña. Son 3.152 metros sobre la cordillera oriental. Esta ha sido lugar de peregrinación y fantasía desde la época de la colonia.

El Señor Caído y la Virgen de Montserrat

Jorge Naranjo, guía del instituto espiritual de turismo, nos cuenta otra historia fantástica de aquel lugar y sus componentes. Dicen que cuando del cerro bajan la imagen del Señor Caído de Monserrate para algún evento religioso en la ciudad, la escultura de madera, plomo y plata pesa más que los 150 kilos con los que bajó. El mito apunta a sugerir que Cristo, ese Cristo, detesta que lo bajen de su morada.
“Esa creencia viene de otra, según la cual la Virgen de Montserrat, patrona de las diócesis de Cataluña, no se dejó levantar del lugar en el que fue hallada en el año 880. Por esa razón se inició allí la construcción de la ermita de Santa María, origen del actual monasterio”.
Hay más cuentos. Cuentazos. Dicen también que al Señor Caído le crece el pelo. O que las parejas de novios que visitan el Santuario nunca se casan. O que entre Bogotá y Monserrate existe un punto en el que sale el sol y marca el camino para llegar a El Dorado. Todas estas historias son puras pamplinas maravillosas. Habladurías que siguen haciendo de Monserrate un lugar tan enigmático como fantástico.

Historias reales

También hay historias que, aunque grandilocuentes, son verdaderas. La más famosa de ellas cuenta la hazaña de Harry Warner. Un equilibrista canadiense, que en 1895 atravesó el abismo entre el cerro de Monserrate y el Guadalupe. El deportista extremo atravesó algo más de 890 metros sobre una cuerda floja, a algo más de mil metros de altura.
"Este singular hombre ejerce desde hace más de 20 años la arriesgada profesión de querer desnucarse a todo trance y de todas las maneras imaginables". Esto se lee en una crónica del periódico El Sol publicada el 29 de noviembre de 1895.
Jorge Naranjo, el experimentado guía con el que hablamos para construir esta nota, dice que, sin duda, la hazaña del equilibrista es la más temeraria y maravillosa que se ha parido en esas alturas.
En ese escalafón tiene una más. Recuerda que en 2004 una reconocida marca de camionetas subió una hasta la cúspide del cerro para grabar un comercial. “La subieron por lo que hoy es el camino peatonal. La logística para hacer eso fue impresionante, pero lo lograron. El comercial quedó precioso”, recuerda.
Una fotografía de un dron ofrece una vista única de la mitad superior del campo Red Bull Monserrate Cerro Abajo.

La mitad superior de la pista de Monserrate desde arriba

© Kevin Molano/Red Bull Content Pool

Sin embargo, la construcción del santuario es una historia fantástica en sí misma. Las toneladas de materiales utilizadas para su construcción fueron subidas a lomo de burro y de humano. Pues el funicular se estrenó solo hasta 1929, diez años después de la propia inauguración de la Basílica Menor.

El valor de los cerros

Poetas, dibujantes, músicos, deportistas, inventores de cuentos. Pocos se han resistido a incluir en sus oficios a ese cerro imponente, que se levanta en el oriente de Bogotá.
El geógrafo y astrónomo alemán Alejandro Humboldt escribió en 1801: “La ciudad de Bogotá, circuida de boscajes de daturas gigantes, está adosada a una muralla de rocas casi verticales".
En dos de sus ápices, a una altura de 6,5 metros, están las ermitas de Monserrate y Guadalupe. Estas semejan nidos colgadas de los riscos. Subí a ellos para medirlos barométricamente. Desde allí se disfruta una admirable perspectiva sobre toda la llanura montuosa y hacia la cordillera del Quindío, que se divisa al frente”
En el libro "Oriéntate: Los cerros son nuestro norte", Germán Ferro Medina, Sandra Marcela Durán, y Daniel Tarazona proponen una refundación desde las alturas.
“Debemos apostar a una refundación de la ciudad, en nuestro pensamiento y en nuestras prácticas, donde los Cerros tengan igual protagonismo, pero con una nueva relación y significado para el siglo XXI. Sería ahora una conquista moral y de respeto a su valor ambiental, a su condición inequívoca de reserva hídrica, a su valor paisajístico y orientador de la vida urbana, a su valor sagrado en cuanto santuarios de flora y fauna, a su valor como Cerros memoria, lugar de encuentro ciudadano, laboratorio de paz y Cerros patrimonio de hoy y las futuras generaciones”.
Casi 100 años después los bólidos siguen descendiendo. Ahora en forma de hombre y de máquina. Nos vemos en Red Bull Monserrate Cerro Abajo. Un descenso exigente de 2,4 km que tiene el récord Guinness como la carrera de Downhill urbano más larga del mundo. Sin duda, otro gran hito para este místico paraje.