Nacido y criado en Praga, la capital de la República Checa, el fotógrafo de la Fórmula Uno Vladimir Rys empezó a sacar fotos cuando tenía 15 años. Ahora está considerado en el paddock como uno de los mejores artistas de la cámara. Rys ha recibido numerosos premios, incluido el de Fotógrafo del Año de la F1 que The Red Bulletin le concedió en 2008.
Rys nos cuenta los pormenores de su carrera y nos explica cómo el secreto para triunfar en el deporte del motor más rápido del mundo es hacer las cosas despacio.
Cuando era niño soñaba con ser cámara, por lo que empecé a leer libros en la biblioteca pública. Cuando acabé con los libros sobre cinematografía, me metí en la sección de fotografía. Allí descubrí mi pasión por el instante, por ser capaz de contar una historia con una sola foto.
Mi primera foto deportiva fue una a Diego Maradona en el Mundial de Fútbol de 1986. Cuando era niño estaba enamorado de Maradona. Le hicieron una falta, mi padre me dio una Kodak y dijo: “Saca una foto”. Saqué dos instantáneas a la TV con su famosa camiseta con el número 10 pero nunca las vi reveladas.
Mi primera cámara fue una de mi abuelo, que fue fotógrafo profesional. Nunca tuve la oportunidad de conocerlo porque murió cuando yo tenía un año. Descubrí su cámara cuando tenía 13 o 14 años.
Mi primera cámara fue una de mi abuelo, que fue fotógrafo profesional.
La primera foto tuya que logras que se publique es un momento especial. Recuerdo con claridad la primera vez que una foto mía se publicó en la portada de un periódico. Enseguida compré 10 copias. En aquel momento me di cuenta de que a lo mejor podría ganarme la vida con esto, aunque aquella foto era una porquería.
En realidad no soy un fotógrafo deportivo, es otro tipo de persona el que pilla los goles, ‘touchdowns’ y ese tipo de cosas. Busco entre bastidores para intentar encontrar la historia de una manera diferente a través de una imagen.
En lo que se refiere a la fotografía, mi objetivo principal es que la imagen sea gráfica. Si lo junto todo, y el sujeto cruza el lugar correcto en el momento apropiado, entonces sale una foto especial. Ese es el objetivo de todo fotógrafo. Es un proceso apasionante. Es algo que me gusta mucho. Cuando aprietas el botón sabes que tienes algo que te gusta pero nunca he pensado que mis imágenes sean algo especial. Siempre pienso que la próxima será la mejor.
Nunca pienso que mis fotos son especiales. Siempre pienso que la próxima será la mejor.
Al principio no tenía ningún interés en la Fórmula 1. Ahora me encanta, pero antes ni sabía lo que era. La fotografía deportiva, en especial la Fórmula 1, supone un gran reto, porque siempre estás al límite en lo que se refiere a la técnica y a la velocidad. Tienes que reaccionar con rapidez.
Como fotógrafo, siempre te preguntas qué sientes que ocurre a tu alrededor. Piensas en cómo poner todo eso en una foto, cómo capturarlo en un instante y contar la historia entera. Eso es lo que me parece apasionante, da igual lo que esté fotografiando.
El reto siempre es el mismo: contar una historia con una simple foto. Da igual si es un desfile de moda, niños en Sudáfrica jugando al fútbol, una manifestación, un partido de fútbol o un bólido de Fórmula Uno.
En la Fórmula Uno tienes que ir muy despacio, seguir al coche y enfocarlo todo. Una de las claves es la concentración. Sigues al coche y ves qué coche sigue tal línea. Me preparo para el siguiente coche que sé que va a aparecer en la curva, contienes la respiración e intentas evitar cualquier movimiento erróneo.
En la Fórmula Uno tienes que ir muy despacio, seguir al coche y enfocarlo todo. Una de las claves es la concentración.
Tienes que mentalmente ponerte en el coche, es una especie de nirvana. Hacen falta 10 minutos para conseguir la actitud apropiada. Luego te desconectas de todo lo demás. Es como si estuvieses en un túnel. Me pongo tapones en los oídos y solo oigo a los bólidos que pasan.
En la pista paso el 70 por ciento de la sesión viendo lo que pasa, sin usar la cámara. Me guío mucho por instinto. Si tu instinto tiene razón debes hacerle caso. Sacrifica una foto que sabes como va a quedar por otra en la que no sabes qué va a salir pero que podría ser fantástica.
Sacrifica una foto que sabes como va a quedar por otra en la que no sabes qué va a salir pero que podría ser fantástica.